Los 10 motivos por los que no pierdes peso aunque estás entrenando
Si estás tratando de adelgazar pero la cosa no acaba de funcionar es el momento de parar y buscar las causas que pueden estar entre estas 10 que tratamos en este artículo
Perder peso es una motivación enorme para muchas personas que acuden con asiduidad a las clases del gimnasio. Sin embargo, muchos se dan cuenta de que no consiguen los resultados que buscan. ¿A qué se debe? Desde no ingerir una cantidad suficiente de proteínas hasta fines de semana saltándonos la dieta con demasiada frecuencia, son varios los factores que limitan los resultados. Veámoslos juntos.
1. No tomamos suficientes proteínas
2. Ingerimos pocas calorías
3. Entrenamos, pero sin constancia
4. Entrenamos, pero sin método
5. Solo hacemos cardio y no entrenamos la fuerza muscular
6. Estamos estresados
7. Estamos en una fase de estancamiento, pero con tendencia descendente
8. Hemos alcanzado el normopeso
9. Nos permitimos demasiados días libres en la dieta
10. Lo queremos todo y rápido: démonos tiempo, perseveremos
Diferencia entre perder peso y adelgazar
Perder peso es una expresión derivada de una traducción literal del inglés «weight loss». Pero si perder peso indica la reducción total del peso corporal, con el término adelgazar se busca añadir calidad a un objetivo muy codiciado. De hecho, ya de entrada, este es el factor que nos confunde y nos limita a la hora de lograr nuestro objetivo, a saber, adelgazar con eficacia y de forma duradera.
En efecto, adelgazar significa reducir el propio peso únicamente de la masa grasa, dejando intacta la masa magra, en concreto, la masa muscular, que, con vistas a la pérdida de peso, también se reduce, con una pérdida externa de tono muscular y elasticidad cutánea.
1. No tomamos suficientes proteínas
Cuando queremos adelgazar, es importante que no se produzca una reducción de la masa magra, en concreto, de los músculos. Si el aporte de proteínas en la dieta diaria es insuficiente, la masa muscular tenderá a reducirse de manera irremediable. ¿El resultado? Mayor flacidez y, probablemente, más sensación de hambre. De hecho, en el organismo no existen almacenes de proteínas propiamente dichos que se puedan utilizar en situaciones de escaso aporte dietético y aumento de las necesidades.
Así pues, lo que ocurre es que, en caso de necesidad, el organismo consigue las proteínas de los propios músculos, sacando de ahí las proteínas que necesita y que no recibe a través de la alimentación o de suplementos alimenticios. Y esto no es todo. Según los investigadores Hector y Phillips SM (2018), las proteínas, en un plan de alimentación que busca, sobre todo, el adelgazamiento, son fundamentales también para su actividad de termogénesis. De hecho, las proteínas, por su propia naturaleza, una vez ingeridas aumentan el gasto calórico del organismo por el esfuerzo que nuestro cuerpo debe hacer en su proceso de digestión.
2. Ingerimos pocas calorías
Es evidente que, cuando lo que queremos es adelgazar, lo primero que hay que hacer es reducir las calorías. El error que cometemos es pensar que en la comida solo como fuente de energía. En realidad, los alimentos que consumimos y cómo los combinamos en las comidas y en los aperitivos pueden hacer mucho más por nosotros. ¿Un ejemplo? Modular la expresión de algunos genes y la síntesis de determinadas hormonas en nuestro organismo.
Para adelgazar es necesario que las hormonas estén en equilibrio entre sí, es decir, dentro de un determinado rango. Si no están en sintonía, o si la síntesis de una supera a la otra, no solo perderá eficacia el proceso de adelgazamiento, sino que, al mismo tiempo, nuestra salud también entrará en crisis. Esto es lo que ocurre cuando con la alimentación no se cubre de forma eficaz la demanda energética. Por lo tanto, es conveniente que las dietas hipocalóricas sean equilibradas en sus macronutrientes y no generen déficits nutricionales de ningún tipo.
3. Entrenamos, pero sin constancia
Para que un determinado tipo de entrenamiento sea eficaz, es decir, para que se generen las adaptaciones que buscamos al realizarlo, es fundamental respetar una cierta carga de entrenamiento. Dicha carga consta de tres factores, que son: el volumen (es decir, la distancia o el tiempo), la intensidad (la intensidad, por ejemplo, de la frecuencia cardíaca a la que hacemos el entreno) y la frecuencia (el número de repeticiones en el intervalo de un cierto periodo de tiempo, por ejemplo, una semana).
Si no respetamos uno de estos tres factores, el entrenamiento no será eficaz o, por lo menos, no tanto como esperamos. De hecho, a veces, el error es entrenar con una intensidad demasiado elevada o con muy poca intensidad, y realizar sesiones o muy seguidas o demasiado espaciadas. Lo ideal, haciendo unos 3-4 entrenamientos a la semana, sería hacer las sesiones de entrenamiento en días alternos, es decir, con un día de descanso entre medias.
4. Entrenamos, pero sin método
Indudablemente, correr o caminar con baja intensidad y durante (mucho) tiempo, es lo que el instinto nos llevaría a hacer para adelgazar. Lo que ocurre es que el tiempo del que disponemos en nuestro día a día es limitado y, además, este tipo de entrenamiento plantea algunos aspectos críticos. Por ejemplo, para perder 1 kg de masa grasa habría que quemar 7000 calorías. Supongamos que queremos adelgazar 1 kg (solo de masa grasa) en una semana.
Esto implicaría un consumo de 1000 calorías al día. Si lo repartimos en dos semanas, requeriría un consumo de 500 calorías al día. Una cifra nada desdeñable, sobre todo, si tenemos en cuenta la escasa (o nula) disponibilidad del tiempo que nuestros días nos dejan para dedicarlo a la actividad física. Por lo tanto, resulta evidente que es necesario buscar estrategias más eficaces de lo que la metodología del entrenamiento nos demuestra.
Es el caso, por ejemplo, de las sesiones de entrenamiento por repeticiones, un criterio inteligente o «smart», al estilo inglés, que permite conciliar tiempo libre con adelgazamiento sin sacrificar la energía que tenemos que dedicar al resto de obligaciones de nuestro día a día. En la práctica, este sistema cuida de nuestra salud y se ajusta al tiempo del que disponemos.
5. Solo hacemos cardio y no entrenamos la fuerza muscular
Existe la creencia común de que para adelgazar es necesario contrarrestar la ingesta calórica con el gasto energético por parte del organismo. En otras palabras, comer poco y quemar mucho. En realidad, nada más lejos de la verdad. Es cierto que para adelgazar hay que hacer una dieta hipocalórica (siempre y cuando sea equilibrada y no provoque déficits de ningún tipo) combinada con una actividad de tipo aeróbico, también llamada «cardio», pero es fundamental alternarla con sesiones de contrarresistencia, es decir, de fuerza.
Esto sirve tanto para tonificar los músculos como para activar la síntesis de hormonas llamadas anabólicas que intervienen en los mecanismos de adelgazamiento. Para estas sesiones se pueden usar pequeñas sobrecargas, es decir, pesas, pero también es eficaz usar el propio peso corporal en un entrenamiento en circuito en calistenia y con carga natural.
Una solución de entrenamiento en circuito diseñada para perder peso que ofrezca una experiencia de entrenamiento personalizada en sesiones breves es Lose Weight de Biocircuit, el primer programa guiado que garantiza una experiencia inmersiva que no requiere ajustes ni tiempos de espera y permite perder peso. Lose Weight aumenta la intensidad metabólica para obtener un físico más esbelto, quemando más calorías y aumentando la fuerza muscular.
Además, también cuenta con la patente biodrive, basada en la revolucionaria tecnología aeroespacial: un regulador del motor que ofrece un entrenamiento personalizado para ayudar a los usuarios a lograr los mejores resultados en tiempos muy breves. Biodrive es el único sistema presente en el mercado conectado al software nativo del circuito; requiere un solo registro y es totalmente personalizable en base a las necesidades del usuario.
6. Estamos estresados
Cuando estamos estresados, ya sea por un acontecimiento concreto de la vida o por las obligaciones del día a día, o incluso en épocas de insomnio nocturno, los niveles de las hormonas «del estrés» aumentan. Este factor no solo va en contra del proceso de adelgazamiento, sino que también pone en crisis al sistema inmunitario y, a la larga, a la salud. Con el fin de favorecer el adelgazamiento y sentirse bien, el consejo más conveniente es adoptar una estrategia alimentaria equilibrada que equilibre también las hormonas y, en la medida de lo posible, que esté personalizada por un especialista cualificado en nutrición. Para más información al respecto, véase el punto 1
7. Estamos en una fase de estancamiento, pero con tendencia descendente
Cuando nos ponemos a dieta, imaginamos el adelgazamiento como un proceso lineal y constante, ilusionados también por esos primeros días en los que vemos cómo bajan los kilos en la báscula día tras día. Sin embargo, pasado un tiempo, llegamos a un momento de estancamiento. Para luego seguir bajando de peso. El proceso de adelgazamiento consta de varias fases alternas. Esto no significa que el adelgazamiento ya no sea activo. Y, sobre todo, esta evolución no debe desmoralizarnos. Más bien al contrario, es necesario persistir con constancia.
8. Hemos alcanzado el normopeso
A menudo nos ponemos objetivos ambiciosos. Sin embargo, no siempre estos objetivos son factibles. Cuando nos planteamos un peso objetivo durante la fase de adelgazamiento, es necesario aspirar al propio normopeso, es decir el equilibrio entre masa magra y grasa con el que nuestro organismo puede funcionar de forma óptima sin sacrificar el bienestar ni suprimir, por ejemplo, el sistema inmunitario.
Conocer el propio normopeso y la masa grasa acumulada en exceso es importante. Es posible calcularlos mediante estudios: de los más sencillos a los más caros. Entre estos, el más rápido y, quizá, económico, es la plicometría.
9. Nos permitimos demasiados días libres en la dieta
Tanto en la alimentación cotidiana como en el entrenamiento deportivo, es necesario actuar con continuidad. De hecho, es la constancia la que nos lleva al resultado. Los días libres en las dietas son tan importantes para la alimentación como días de recuperación para la actividad deportiva. Son fundamentales para conseguir el resultado deseado, incluso en la fase de adelgazamiento. Evitan que caigamos en comportamientos excesivamente restrictivos y favorecen la constancia del régimen alimentario.
Sin embargo, también es cierto que, sobre todo en la primera fase de adelgazamiento, se recomienda mantener la mayor continuidad posible. Lo ideal sería disfrutar de una comida libre cada 7-10 días en función también del objetivo de peso corporal que queramos alcanzar.
10. Lo queremos todo y rápido: démonos tiempo, perseveremos
Para conseguir un objetivo, hace falta tiempo. Por desgracia, los arrebatos de dieta y ejercicio no funcionan. Aunque quizá perdiendo peso se consigue llegar más rápido al objetivo ponderal, para adelgazar, es decir, oxidando solo masa grasa, hacen falta más tiempo y paciencia. Pero esta última será la opción que os llevará al éxito. Cuanto más rápido se pierde peso, más se recupera.
SÉ CONSTANTE Y SIGUE TU CAMINO CON CONFIANZA.
Por el contrario, el adelgazamiento, aunque no sigue un proceso lineal y constante, favoreciendo la reducción solo de la masa grasa y la conservación de la masa muscular, será más duradero en el tiempo. Sé constante y sigue tu camino con confianza.